Carta No. 10
«TOC-TOC; La desolación ha tocado a la puerta»
«Entre las tinieblas y la desolación solo cabe una tabla de salvamento certera y eterna: La propia fe de cada cual.»
Nada mío Agustín:
Ayer lo vi.
Seguramente no te has dado cuenta Agustín, pero, tengo el nombre de Doménico tatuado en la espalda. No creas que lo hice en un arranque de amor; todo lo contrario. Lo hice cuando me rendí a su presencia en el alma; cuando acepté que Doménico sería parte de todas mis historias. Me tatué su nombre cuando entendí que nunca se iría de mí, cuando comprendí que, como una enfermedad crónica, Doménico estaría presente en cada momento de mi vida cada puto segundo, cada puto instante. Su nombre en mi espalda es un recordatorio de lo que tengo que aceptar sin más. Aceptar el destino, por desolado que este parezca; es una de esas únicas cosas que me han dado paz.
Ayer lo vi, y supe que todo se iba a ir al carajo. Doménico es la manera en la cual el universo se burla de mí; un instrumento de tortura perfecto que, arranca de mi toda esperanza y cualquier tipo de buena suerte. No puedo decir que me quita la fe… en cuestiones de amor, mi fe es desmesurada; tengo la certeza que nunca seré feliz. Tengo la extrema seguridad que siempre estaré desolada. La desolación es un sentimiento inevitable.
Obviamente Agustín, tú no sabes nada sobre la desolación. Eres tan ordinario y cuentas con tan poco corazón que seguramente mis palabras no significan nada para ti. En mi recuerdo futuro me encargaré de que toques fondo, sé que no es mi responsabilidad, ni tengo ningún derecho sobre los fondos tuyos o de nadie, pero ¿Quién va a detenerme Agustín? ¿Tú lo harás? Quiero que lo intentes. Estoy dispuesta a que seamos compañeros de sentimiento, totalmente dispuesta a que tú también sientas esta desolación absoluta. Agustín, si el destino se empeña a que estemos juntos, si el estúpido destino no se rinde y pretende seguirme jodiendo la existencia, si así lo quiere y no pretende quiere dejarme en paz, lo acepto. Pero ten por seguro que no te la haré tan fácil, haré lo que sea para que vivamos el mismo dolor.
Yo conozco bien mi fondo Agustín. No tengo ninguna clase de esperanza. La esperanza murió. La situación, Agustín, es que yo me he acostumbrado a estar desolada, no hay nada nuevo en mi mundo, y aunque a veces me distraigo en los detalles y logro olvidar lo desolada que estoy… tu cara; tu desencantada cara, me lo recuerda.
En el recuerdo futuro me he cansado de correr. Me he cansado de escapar. En el futuro me rindo, sólo me quedan los recuerdos de aquellas batallas que no logré ganar pero, de las que salí sin heridas de muerte. Después de eso no habrá nada. En algún momento me sentí orgullosa de mi alta capacidad de huir, de mis altos dones de escapista. Pero para poder escapar se necesita un motor, y en el recuerdo futuro no tengo motor ni fuerza, la desilusión me ha alcanzado y en el estúpido futuro no encuentro ningún sentido al seguir luchando. Aliado con el destino me has tendido una trampa mortal. Fueron y serán tus malas decisiones lo que me tienen y tendrán siempre en riesgo, nunca me sentiré más vulnerable, más idiota, más ajena a mi fuerza. En el futuro me convierto en una mujer que nunca pensé ser, una mujer que me da miedo ser. Me has envenenado, estoy muriendo, me estoy volviendo loca Agustín.
Ayer lo vi. Sin querer. Te aclaro que no te fui infiel, yo no soy ese tipo de mujer, yo no soy como tú. Pero acepté escucharlo, a pesar de todo, Doménico, de alguna extraña manera me hace feliz.
No voy a caer en la vulgaridad de lo obvio, no entraré en detalles, ni pretendo que sientas celos de Doménico, sería muy estúpida al provocarte más inseguridad de la que ya tienes, todos sabemos que un hombre inseguro es más peligroso que una bala perdida. El punto es que, Doménico me ha dejado pensando en la corrupción de mis propios límites, obviamente no entiendes nada, pero como sabrás ya no tengo con quien más discutir esta idea. Así que te pido que leas con atención y solo asientas.
Doménico piensa que yo no sé ser feliz, que soy autodestructiva; no me lo dice con las palabras que son, pero me lo dice con la mirada. Él cree que yo no sé estar sola y que, los problemas me hacen firmar contratos de soledad, en los que, claramente, salgo perdiendo. ¿Tú crees que esto sea cierto Agustín? No contestes ni está, ni ninguna de la siguiente preguntas, son retóricas.
¿Dónde quedaron mis límites? ¿Dónde están mis espacios? ¿Dónde quedó esa mujer?
Doménico, al igual que tú, me trata sin límites. Me refiero a esas pequeñas líneas que evitan la transgresión. Quizá yo tenga la culpa de que todos los hombres me traten sin límites, ni yo misma lo hago. Claramente soy una mujer sin líneas. Doménico tiene razón; mis límites son inexistentes. Es terrible.
Este es mi primer límite. Quizá no lo entiendas, pero nunca más voy a luchar por que me quieran ni tú, ni Doménico ni nadie. No volveré a dar razones ni explicaciones del por qué alguien debería de amarme. No voy a obligarte ya. No voy a manejar tu mente para escuchar las palabras que quiero escuchar. No voy a forzar más nuestros compromisos, ni voy a ser guardiana de nuestras promesas. Voy a dejar de cuidar que no arruines todo, voy a dejar que la gente se vaya al carajo si así lo quiere. No voy a hacerte sentir seguro de mí, yo ya no soy tu puerto seguro, no me tengas tan fácil, no me des por hecho y aunque fuese así, no lo pienses…no lo nombres.
Este es mi primer límite: dignidad.
Doménico asegura que yo no conozco la misericordia y que en el momento que decida vengarme de ti haré tu vida un infierno. Insiste que estoy abusando de mi inteligencia y que debería dejar atrás todo este odio y rencor, claramente Doménico no entiende que yo vivo de esto, quizá estoy loca, pero la vida se ha encargado de quitarme todo y ahora, lo único que realmente me motiva es la venganza.
Ayer lo vi. Te preguntarás ¿para qué te estoy contando todo esto?, realmente no lo sé. Creo que he encontrado algo de paz al escribir estas cartas, sin querer Agustín te has convertido en mi confidente. Qué ironía. Estas cartas ya no se tratan de ti, se tratan de mí.
Espera un poco más, esto todavía no ha comenzando.
Honestamente
Lola
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