«Lo mataron por joto»; bueno eso dice el periódico de hoy.
En la fotografía, la sangre coagulada, las muelas regadas en el piso, la nariz en quien sabe donde y los moretones hacen que casi no reconozca su rostro, pero segurito es él. Le cortaron el cuello, por donde creo que escapó su espíritu, eso me lo imagino,. La Caribe tenía una alma bien grande.
La Caribe era bien buena. Siempre nos prestaba que si la peluca, que si los tacones, que si el relleno, todo lo que tuviera, lo aflojaba para las comadres; que éramos pocas y muy selectas. Todas siempre nos cuidábamos pero ninguna nos cuidaba más que la Caribe, que era más grande y pues siempre nos daba sus consejos de madre, unas le hacíamos caso, otras la mandaban bien a la chingada. La Caribe era bien mocha y a veces metía a cualquier plática que si a la Virgen que si al Niño Dios que si al Papa Juan Pablo II, yo ni le creía pero como la quería mucho le seguía la corriente.
La Caribe era bien bonita, con su piel blanquita, bien suavecita y sin pelos. Ella era afortunada, no como la peluda de Milly que tiene que rasurarse hasta 3 veces al día y la pobrecita no puede estar en el bailongo después de las 2 de la mañana porque se le cae el hechizo, aunque ya en copas le vale y sólo se pone un chingo de Angel Face para cubrirse lo hombruna. Pero la Caribe no, la Caribe era la más mujer de todas, era bien finita. Eso si, no tenía mis caderas, pero se las ponía de hule espuma y ni quien se imaginara nada; además, nalgona si estaba, de chichis pues dependiendo el relleno. Ella siempre dijo que un día se iba a poner chichis; ni muy grandes ni muy chicas, decía que como las de Bibi Gaytán. Pero pues su deseo no se le hizo realidad, se murió sin chichis y sin dientes. Pobre de mi Caribe.
Le decían la Caribe porque dicen que era cubana pero ella siempre lo negaba, decía que ya se le había olvidado de donde era y que según ella era mexicana, pero que pues ya que importaba. Un día le revisamos todas sus cosas y no encontramos ni un pinche documento, ni una pinche foto, sólo puras pinches cartas de amor que nunca mandaba. La Yoli (que era de Acapulco), dice que no quería decir que era cubana por que la iban a regresar en chinga a su país, como yo ni sé de eso, mejor ni opino.
La Caribe siempre me quiso más a mí que a las otras y eso es porque yo le echaba un chingo de ganas al baile y al “playback”, y pues además no es por decir pero por algo me dicen la “Ojitos”, tengo los ojitos bien grandes, bien verdes y bien pestañudos; los heredé de mi abuelita la Juana. Y pues en este negocio los ojos te hacen la cara, la nariz te la deshace y yo tengo bonito todo, todo menos la entrepierna que me cuesta mucho trabajo esconder. También por eso quiero tanto a la pinche Caribe, ella me enseñó a hacerme mi primer candado, ay pero como dolía, ahorita ya ni lo siento.
La Yoli, que es bien bruja, me leyó la baraja española la semana pasada y me dijo dos cosas que me dieron harto miedo. Una que me iba a enamorar de un hombre extranjero y que su nombre empezaba con “W” y que él no me iba a querer y que sólo me iba a coger, prometerme un refri y dejarme. Y luego que una persona muy cercana a mí iba a chupar faros, o sea morirse. A la Yoli si le creo, siempre la atina la muy canija, así que el sábado no salí al Butter para no encontrarme con ese extranjero y que no me enamorara, es mejor prevenir que lamentar. La Yoli le atinó a la muerte de Palomo y de Francis, así que me aguanté las ganas y no fui. Con el otro tema, el de la muertita, pues nunca sospeché que se tratara de la Caribe, yo pensé que seguro era mi comadre la Felina, porque ya está bien enferma de las drogas y ya van tres veces que tenemos que ir por ella casi muerta Siempre llega más jodida, le salía lo hombre y quería golpearnos, entonces no me asusté tanto, ya me tenía harta esa pinche vieja. Pero de mi Caribe, ay eso si no se vale, ni lo vi venir.
Dios nos hace y nosotras nos juntamos, en la calle de Hamburgo, al principio, en una esquinita bien negra, luego nos valía madre y andábamos por todos lados, no somos machos pero somos muchas, así que si nos chiflan o nos molestan nos quitamos los tacones y a puro taconazo derribamos al enemigo. Una vez se nos pasó la mano con un pinche taxista que le agarró las “naylons” a la Shadow y que la Shadow se emputa y le da un bofetón y que el taxista se la regresa y que se arma, pero el pinche taxista sacó un bat y le dio un reverendo madrazo a la Shadow que la dejó tirada, así que la Caribe y las otras nos calentamos y llenas de valor le pusimos en su madre, sólo que la Felina no midió y le dio un taconazo en el ojo y cuando nos dimos cuenta traía el ojo colgando del tacón, el señor se empezó a convulsionar, yo digo que se murió, pero pues quien sabe. También para que se mete con la Shadow. Mucha gente nos vio pero nadie dijo nada. Quizá porque nos cuida el Coreanito.
La Caribe, años atrás, hizo un pacto con el Coreanito. La Caribe prometió que ella y sus muchachas le iban a pasar un dinero mensualmente por cuidarlas de la policía, los pervertidos y los ladrones. La verdad es que el Coreanito es re-cochino y estoy segura que ese trato lo hicieron en el colchón de la Caribe, porque la verdad no les dábamos tanto al mes. Pero pues el Coreanito es muy respetado en la zona y pues qué mejor. Estoy seguro que ya varias estaríamos bien muertas si no fuera por él, que se ha tenido que chingar a varios cabrones por pasados de lanza. Una vez un tipo abusó de mí y para que una puta diga que abusaron de una, está cabrón. Fui y lo acusé con el Picachu que es el asistente del Coreanito y buscaron al cabrón y le hicieron lo mismo que él me hizo a mí. Sólo pues que él si se murió. Lo fueron a aventar por ahí, por Metepec, algo así.
Éramos bien felices, las cosas estaban bien, teníamos nuestros amores de verdad, nuestros amores de a “mentis” , nuestros clientes, nuestra casita, cada una tenía su cama y adoptamos un perrito que recogimos ahí en Génova. La verdad nos iba re-bien, sacábamos lo de la renta, lo del Coreanito y todavía nos alcanzaba para comer carne dos veces a la semana. Si nos iba muy chido, nos comprábamos cada una su botella de Poma Rosa para festejar. Siempre acabábamos chillando, bien pedas, por todo lo que no fuimos y que sabemos que nunca seremos. Pero hasta eso la Caribe nos tranquilizaba, nos decía que confiáramos en nuestra Santa Nefija cuidadora de las prostitutas y que ella nos sacaría de esto y que encontraríamos el buen camino, lo que hacíamos no estaba mal, era para tragar.
Todo estaba bien hasta que el Coreanito se peleó con el jefe de la policía. Y pues empezaron los pedos, los balazos y las venganzas. Se supone que los policías están para cuidar de una, de su integridad pero los muy hijos de puta son unos pinches abusivos y ahora querían que les diéramos dinero y que una que otra aflojara, así que la Caribe se puso necia y los mandó muy a la chingada. La Caribe fue a buscar al Coreanito y le dijo que si no se ponía de acuerdo con los pinches policías les iba a dar el dinero a ellos, que nosotras necesitábamos protección y que ella la iba a encontrar con quien fuese.
El Coreanito hasta eso era bien buen pedo, quería un chingo a la Caribe y es que la Caribe se lo fue ganando, le regalaba que un merengue, que una cagüamita, que un detalle, hasta que la quiso mucho. Eso y lo que yo digo: arreglaban sus negocios en el colchón de la Caribe.
Una noche estábamos ya bien cansadas quedamos de vernos en Florencia y Hamburgo, ya para irnos todas juntas a descansar. Vimos que pasó el Coreanito y su banda en su camioneta, iban en chinga. Escuchamos balazos y un montón de gritos. A una cuadra se habían echado a alguien. Huyeron. Seguimos caminando y nos topamos con los cadáveres del jefe de la policía y su compañero; el cabrón del Coreanito los había agujereado. A nosotras nos dio gusto, porque ya no nos pedirían más dinero, ni nos iban a manosear los muy puercos, pero la Caribe nos obligó a prender una veladora y rezar 5 padres nuestros por cada alma que se fue.
A las pocas horas llegaron los investigadores y nos llevaron a la comisaría para que dijéramos si habíamos visto algo ¿Por qué siempre nosotras teníamos que tener la puta culpa de todo?, no señor. No es justo que por ser puta siempre tengamos que cargar con todos los muertitos. No, no y no. Nos pusimos bien locas y dijimos que no habíamos visto ni madres y que esos pinches policías eran unos corruptos. Nos dejaron ir pero le advirtieron a la Caribe que se anduviera con mucho cuidado. Obviamente esos cabrones sabían que nos había pedido dinero, que los habíamos mandado a la chingada y entonces asumían que nosotros teníamos algo que ver con esa muerte. No sé si pensaban que fuimos nosotras o que fue el Coreanito, por que es bien sabido en el barrio que el Coreano es banda.
La Caribe fue a buscar al Coreano. Cuando se acercó al lugar notó que toda la comunidad de “chinos” estaba ahí, llorando y bebiendo. Se coló entre la gente y pudo observar al Coreano al fondo, muy borracho llorando sobre el cuerpo del Picachu. Los hijos de puta policías habían matado al Picachu. Se la mamaron. La Caribe se acercó hasta el Coreano y lo abrazó. El Coreano le dijo que por un rato nos fuéramos a la Merced, que ahí él tenía unos cuates que podrían cuidarnos, pero que ahora la cosa se iba a poner fea y que ya no podía responder por nosotras. La Caribe le dijo que no lo iba a abandonar ahora que nosotras le íbamos a ayudar y que nos vengaríamos de esos cabrones. Coreanito la abrazó. Ay la Caribe, más pendeja. ¿Cómo chingados íbamos a hacerle? ¿Con sus santitos? ¿Con tres aves marías?
Las cosas se pusieron feas, como había una guerra entre la mafia Coreana y los policías pues era una matadero brutal. Sangre y cordones de “no pasar” por todas partes. La Zona empezó a oler a podrido; a muerto. Empezaron las lluvias y eso empeoró todo, los clientes bajaron, tuvimos que vender algunas cosas y casi casi regalarnos por $300.00. Si esto seguía así íbamos a tener que irnos a otra zona y era empezar de cero y muchas ya estaban cansadas. Varios policías pasaban de noche junto a nosotras, no decían nada. Tuvimos que dejar al Toby que era nuestro perrito en Génova a ver si alguien se apiadaba de él.
La Shadow y la Felina ya se cogían a quien fuera, se metían sus chingaderas y sacaban baro de donde fuera. Pero una todavía siente asco y algo que me enseñó la Caribe es que una tiene que tener cuidado de perder el asco. Cuando una lo pierde, se pierde la razón y cualquier tipo de dignidad. Así que prefería comer una Maruchan y un mazapán que andarme cogiendo viejitos cochinos en el baño del Viena. Pero la Shadow y la Felina ya estaban bien perdidas y se agradece porque así luego nos daban que unas Sabritas, que una Pepsi.
El Coreanito desapareció. Y así pues ya estábamos en tierra de nadie. Abandonadas como puercas. Fueron días muy difíciles. Los clientes no venían por los rumores de la guerra entre los coreanos y los policías y luego la lluvia nunca ha sido buena amiga para una trasvesti. Si no te moja la peluca, te corre el maquillaje, si no te caes en un charco , se te rompe el tacón y así pues toda jodida nadie está dispuesto a subirte.
La Caribe nos pasaba clientes, pero no era lo mismo. Una necesita esa coquetería, ese no sé que, el que te da el conquistar al cliente. El ser puta es un arte, una tiene que convencer, que hacer sueños realidad, en nuestro caso, hacer magia, como maga desaparecer y aparecer cosas que el cliente quiera. Una tiene que ser hechicera y domadora, a la moda y saber tomar de todo, saber decir que si a todo, saber decir que no a veces y ser actriz: la mejor. ¡Que actrices de la tele o del cine ni que nada! una es una verdadera actriz. Quiero ver a cualquiera de esas pendejas que finjan como una cuando le están desgarrando hasta el alma. Una es profesional; una verdadera puta. Pero cuando a una la regentean o le hacen el favor ya no es lo mismo. Eres un hoyo… y vale madres si peinaste la peluca, te perfumaste o te pusiste tus mejores pestañas. Cuando sólo eres un hoyo, pierdes la magia, el encanto, esos clientes son los peores para mí. Pero para las huevonas y fodongas como Felina y Shadow estaba mejor, ya ni el pito se esconden.
El miércoles fue cuando todo se puso peor. Nos cortaron el agua y el gas. Así que tuvimos que hablar con la Jollette, que era una compañerita que vivía a dos cuadras, para pedirle que nos dejara ir a bañarnos a su casa. La Jollette era bien ojete y nos dijo que sólo podían ir dos, así que fueron la Shadow y la Felina que eran las más usadas ese día. La Caribe nos dijo que pronto tendríamos que irnos a otro lugar, quizá el centro, Conscripto, La Merced, hasta Tepito quizá. Nos pusimos bien tristes, tan sólo imaginar irnos de nuestra Zona Rosa donde un día fuimos las reinas…todo por esos putos policías de mierda que siempre nos jodieron. Tocaron a la puerta, pensamos que eran las muchachas, pero no, eran 6 tipos armados buscando a la Caribe. Nos agarraron a las tres, a mí me pegaron dos patadas que me tiraron, a la Caribe la dieron un cachazo en la mera jeta y a la Yoli, que se puso más loca, la empezaron a ahogar en un balde de agua que teníamos para lavarnos el hocico. Cuando nos preguntaron por la Caribe, yo dije que había salido. La Caribe se quedó callada y entonces se putearon más a la Yoli, yo creo que pensaron que era ella. Dos tipos la cargaron, le arrancaron el mallón que traía y pues entendieron de que se trataba el negocio. Nos dijeron que si nos gustaba el pito nos iban a enseñar a que nos gustará más. Un tipo nos apuntaba con una pistola mientras los otros cinco golpeaban y violaban terriblemente a la Yoli. La Yoli al principio gritaba como loca, pero la hicieron callar. Había sangre por todas partes, no se cuanto tiempo duró, pero los malditos sacaron crack y mota y se prendieron más, hasta que la Yoli no aguantó más, parecía trapo. La orinaron. Creí que estaba muerta. Uno de los hijos de puta les dijo a los otros que faltaban dos. Se drogaron más y nos obligaron a drogarnos. De ahí la Caribe perdió el conocimiento, la madrearon en el suelo y fueron contra mí. Uno de los putos corruptos me dijo “tú hasta pareces de verdad, te voy a tratar bien bonito” y me dio un beso y luego me arrancó un pedazo del labio. No se si fueron las drogas pero no me dolió.
Cuando ya tenía a los seis policías encima, llegaron la Felina y la Shadow, que intentaron escapar cuando vieron la masacre, pero las alcanzaron y les tocó peor. Hasta que la Shadow preguntó que qué querían, hubo un silencio. Los hijos de puta habían olvidado a que habían venido. Uno contestó que venían por la Caribe, y la estúpida de Shadow se cagó de risa y les dijo: “Pues ahí la tienen es la que está ahí dormidita”. La mala leche de la Shadow había roto nuestra hermandad. Se llevaron a la Caribe. La Felina y yo agarramos a la Yoli y nos la llevamos a la clínica, pero ningún taxi quería ayudarnos. La Shadow se quedó ahí. La Yoli murió en la madrugada. En el hospital ni siquiera quisieron ayudarnos. La teníamos en el piso, mientras las enfermeras pasaban y rogábamos por ayuda. No nos hicieron caso, la Yoli se murió ahí. ¿Que podíamos hacer? No teníamos a donde ir. No podíamos regresar al cuarto. Teníamos que ir a buscar al Coreanito. Pero, ¿cómo íbamos a cargar a la Yoli? La tuvimos que dejar ahí, tirada, sola, con el alma desgarrada.
Llegamos a ver al Coreanito y primero nos lo negaron, luego cuando le dije al Ninja lo que había pasado nos dejó entrar. El Coreanito nos vio y ordenó a sus mujeres que nos limpiaran y sanaran mis heridas. Me dio algo de fumar y me dijo que le contara lo que había pasado. Recuerdo que mientras le contaba mi recuerdo era más preciso, la cara de los cabrones que nos violaron, que mataron a la Yoli. El sabor del cabrón que me arrancó el labio. Sus ojos. Su olor a hombre malo. El Coreanito sabía de quien se trataba, era el compadre del ex jefe de la policía que habían matado. De alguna manera sabían que la Caribe estaba involucrada con el Coreano y querían llegar a él. Nos dijo que él iría a buscar a la Caribe y que lo acompañáramos para que reconociéramos a esos weyes. Nos subieron a una camioneta y nos dieron una pistola a cada una, nos dijeron que nos chingáramos a quien tuviéramos que chingarnos.
Nos llevaron bien lejos, ahí por el aeropuerto, bien feo. La Felina y yo íbamos chille y chille. El Ninja y el Coreano hablaban en su idioma y gritaban y todo se hacía más loco. Llegamos a una vecindad donde había una fiesta, tocaban en vivo “La Cita”. Los hombres del Coreano entraron con sus metralletotas y toda la gente empezó a gritar, un hombre empezó a gritar: “¡Ya llegó el Corea!” y madres, empezó la balacera. Había fácil 30 muertitos. Mujeres, niños, viejitos siempre se ha sabido que los coreanos no son muy compasivos. Luego ya pasó el Coreano y luego nosotras, que pisábamos los cuerpos todavía calientes de toda esa gente que como nosotras no la debía ni la temía. Yo me di cuenta que había varios vivos haciéndose los muertos y con la pistola que me dio el Ninja me iba chingando a uno por uno. Primero no me importaba donde les daba, luego me gustaba darles donde les doliera más. Que chingaran su puta madre. La Felina me imitó. Ahí estábamos las dos entre muertos, sangre y fluidos matando a los que quedaban. Como gatas cazando a ratones escondidos en la solapas de las cortinas. Así no se nos iba a ir ni uno. El Coreano nos dijo que subiéramos, que los muchachos ya tenían a los cabrones. Subimos y ahí estaban amarrados los seis cabrones que nos habían chingado. El Coreano se acercó y le preguntó por la Caribe, se hicieron bien pendejos y dijeron que no sabían de que hablaba. Me acerqué al hombre que me arrancó parte del labio, le di un putazo con la pistola en la cabeza y luego vi restos de mi sangre en su barba, le pegué lo más fuerte que pude en todas partes que pude. Luego el Ninja me ayudó, me volví loca. Decidí hacerlo sentir un poco de lo que una siente, le metí la pistola en el culo y disparé. Me quede sentada en cuclillas mientras el Coreano, la Felina y los otros torturaban a cada uno para dar con la Caribe.
Mientras pasaban las horas las torturas eran cada vez mas cabronas. Desde explotarle los huevos a un cabrón con una bota, hasta atravesarlos enteritos con un palo de escoba rasgado. Ya sólo quedaba uno. Vomité. Vomité de pensar en todo lo que había visto y también por la idea de no volver a ver a mi amiga Caribe. El último nos dijo que se habían llevado a la Caribe con los jefes y que hasta que la Caribe no dijera donde encontrar al Coreano no la iban a soltar. Subieron al federal a la camioneta y fuimos en busca de la Caribe. Estaba amaneciendo. El Coreano nos dijo que iríamos mañana. Nos dio dinero y nos dejó en el hotel Segovia. Dijo que descansáramos, que pasaría en unas horas para ir por la Caribe.
Nos metimos a bañar justo al amanecer. La sangre , la tierra y la muerte se nos escurría, las dos ahí en tina ya sin lágrimas, ya sin nada. Nos lavábamos y tallábamos sin parar, el agua nos quitaba el disfraz. Estábamos solas ahí, dos desconocidos, más reales que nunca. Dormimos un rato. Luego esperamos al Coreanito. Nunca llegó. Salimos del hotel cuando ya atardecía.
Fuimos a buscar a la Shadow, en el camino encontré el periódico que decía: “Lo mataron por joto”….#
Bueno bye…
0.000000
0.000000